I never pass the beaver pond and lodge these days without stopping to look at it. Maybe I'll see a beaver one day. No, not this time, either. But I was glad I had stopped, anyhow.
I park down the road a ways, so the first thing I saw, before I came in sight of the water, was a number of downed trees.Not chopped down; there were no axe or saw marks, just splintered ends and shattered wood. One had obviously fallen into the road and had been removed; still no saw marks. And there were lichen-covered branches everywhere.
Next find: the little mud patch where I have seen beaver tracks (no beavers) was now a little pond. A creek ran into it. On a bit, following this creek, and I came to the dam.
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New workings |
This has always been the outlet for the lagoon, always barely a trickle, down there at the bottom of the ditch. Now, it has been built up with all those newly-donated, licheny branches, and the creek runs and chatters to itself.
Now, I'd come to the lagoon. And the water was higher than I've ever seen it.
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Smooth water. See the lodge?
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Usually the back half of this lagoon is covered with lily pads; it's only a couple of feet deep. Now the lily pads and the hardhack around the edges are well underwater. The beavers have been busy. And their lodge, built on the shore beside the pond, is now an island. Smaller than before, to the eye; half submerged now.
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The lodge has new timber on top, too. |
Now, the question arises: did the sudden abundance of building materials inspire the beavers to go on a dam-making spree? Or was it just an extra convenience, having all that extra wood to work with, without having to chew down any more alders? I didn't see any beavers, so I couldn't ask them.
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Lichen on a floating log, ready to be added to the dam. |
Poking about, some little ways down the highway, looking for mushrooms, I passed another downed tree.
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The white splotches are mainly lichens. |
And coming back to the highway, I saw, barely visible in this photo, a live, healthy, green tree, broken off halfway up, exposing fresh new wood. The top of the tree lay on the ground beneath. Now that I was noticing, I saw several others broken this way. That must have been a strong wind!
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En estos dias siempre que paso por la laguna con la madriguera de los castores, me detengo para mirarla. Tal vez por fin logre ver un castor. Bueno, esta vez tampoco. Pero estaba contenta de haberme detenido de todas maneras.
En primer lugar, me estaciono a una poca distancia de la madriguera, y antes de llegar a la laguna, lo primero que vi era un gran número de árboles tumbados. No los habían cortado; no vi señales de hacha ni de cerrucho. La madera estaba rota, desbaratada. Uno de los árboles aparentemente había caído en la carretera, y los guardianes de caminos lo habían quitado. Ni en este había marcas de cerruchos. Y por dondequiera ramitas rotas cubiertas de líquenes cubrían el suelo.
En seguida llegué al sitio bajo lleno de lodo donde antes he visto las huellas de los castores. (Pero no los castores; nunca los castores.) Y ahora era todo una lagunita, donde entraba un riachuelo. Seguí adelante, al lado de este riachuelo, y llegué a la presa.
Foto #1: La presa, cubierta de esas ramitas caídas.
Esto siempre ha sido el lugar donde el agua de la laguna sale, despacito, apenas un chorrito, allá en el fondo de la zanja. Ahora a la salida hay esta presa, construida con las ramas recién caídas, cubiertas de líquenes, y el agua corre rápido, haciendo una música alegre mientras va bajando.
Y ahora llegué a la laguna. Y el agua estaba muy alta, más que nunca la he visto.
Foto #2: La laguna. ¿Ves la madriguera?
Siempre la mitad de la laguna, la de la orilla opuesta, está cubierta casi por completo de las hojas de los lirios de agua, ya que el agua solo tiene como medio metro de profundidad. Ahora no se ve ni una, ni los arbustos de hardhack; están bien bajo el agua. Los castores han trabajado con entusiasmo. Y ahora su madriguera, que antes estaba en la tierra a la orilla, es una isla; el agua la rodea completamente. Y se ve más chico, que no lo es, pero ya la mayor parte está sumergida.
Foto #3: También lleva madera nueva encima.
Ahora se me sugiere la pregunta: ¿Será que el regalo de tantas materias de construcción habrá inspirado a los castores a empezar esta obra? ¿O era nada más una buena suerte que, habiendo decidido aumentar su presa, la madre Naturaleza habrá contribuido para evitar que tumbaran nuevos alisos? No vi a ningún castor, así que no les pude preguntar.
Foto #4: Un tronco flotante, listo para añadir a la presa, lleva su liquen en alto.
Foto #5: Un poco más adelante, buscando hongos al lado de la carretera, vi otro árbol caído. Las manchas blancas son líquenes.
Regresando a la carretera, vi un árbol vivo, verde, totalmente sano, pero roto cerca de la altura donde sobresalía a los otros. Nuevamente roto: la madera expuesta se ve fresca. La otra mitad del árbol reposa en el suelo a sus pies. Y ahora que lo había visto, empecé a ver otros recién rotos. ¡Eso ha de haber sido un viento muy fuerte!
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