View from the road. |
I followed a road that leads to campsites and trails above the highway. They're all off-limits now, because of the virus: Parks Canada says they can't carry out the necessary sanitation on campsites and other park amenities, so they've barricaded entrances to the park areas. But outside the park, the forest is open. I drove slowly, enthralled by the unfolding scenery.
At one point, a narrow footpath led off into the woods. There was no sign, no notice: Keep Out!. I parked and went to investigate. The trail climbed a mound of road-building leftovers, then dropped into the forest. And came to a dead end.
Fallen trees over the trail. |
The trail led under the logs: I had to crawl to continue, but then on the far side the path was clear, a well-travelled footpath a foot wide. Not a bear trail. The soil was too well packed, and there were no bear markings or scat. Not a deer trail. Too solid for a raccoon trail. Must be human. But why? It led straight ahead through the forest, towards a glowing light beyond.
Open woods. |
Where the trees ended, the trail dropped straight down a steep, muddy, slippery slope. I had to hold onto tree branches as I went, to keep from falling.
And at the bottom, a creek. A creek with deep, dark pools reflecting the golden light overhead.
View from the bank |
Reflected tree, detail. |
And in the ferns beside the creek, there were a dozen or so empty beer cans. So: a human trail, probably someone's favourite hiding place.
The spot was so peaceful, the reflections so intriguing, the gently flowing water so mesmerizing that I stayed a while. But eventually, I climbed that slope (not on the muddy trail: on my hands and knees up a mossy bank) and followed the trail back through the woods, under the logs, and back to the car.
I won't go back: the creek is someone's secret haven.
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Era un día de contrastes. El sol brillaba fuertemente en un cielo azul. Pero en el bosque había sombras, y los troncos se veían oscuros contra la luz. Arriba, las hojas nuevas (maple y aliso) eran como llamitas verdes y amarillas, de colores ¡tan fuertes, tan fosforecentes!
Seguí un camino que nos lleva a sitios para acampar, y a un red de caminos por el bosque, todos cerrados ahora por lo del virus. Parks Canada no puede hacer la limpieza necesaria en las instalaciones (tomas de agua, mesas, sanitarios), así que han puesto anuncios en cada entrada a los parques prohibiendo el paso. Pero el bosque fuera del parque está libre.
Manejaba despacito, mirando la escena, las luces y los troncos cubiertos de musgo. Vi un caminito, apenas el ancho de un par de zapatos, que entraba al bosque. No había ningún letrero: este camino está abierto. Me estacioné y entré.
Y el camino terminó de repente. Se habían caído tres troncos, uno encima del otro, cortando el paso. Seguí a gatas, y encontré el camino del otro lado, yendo directamente por el bosque hacia la luz tras los árboles.
No era camino de osos; demasiado marcado, y sin troncos rotos, o excremento de oso. Ni venado; los venados apenas marcan el suelo. Los conejos y mapaches hacen caminos angostitos que apenas se ven. Pero ¿que haría una persona aquí?
Llegué al fin del bosque. El camino bajaba por un banco lodoso, muy inclinado, muy resbaloso; tuve que detenerme de ramas de un árbol para no caer.
Y abajo, un riachuelo, tranquilo, hondo, muy silencioso, reflejando los árboles y la luz de arriba. Y en un nido de helechos, una docena de latas de cerveza. El escondite de algún humano, buscando paz.
Me quedé un rato; el lugar era tan tranquilo, los reflejos tan bellos, el movimiento lento del agua algo hipnótico. Pero por fin, me trepé otra vez hacia el bosque (a gatas entre el musgo para no llenarme de lodo), crucé el bosque, gateé bajo los troncos caídos, y regresé al coche.
No volveré; es el lugar secreto de otra persona.
I would probably try to fish.
ReplyDeleteThanks again.
Probably what the beer can guy was doing.
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