Saturday, October 05, 2024

Considering how to run

 A centipede was happy – quite!

Until a toad in fun

Said, "Pray, which leg goes after which?"

This raised her doubts to such a pitch,

She lay exhausted in the ditch

Considering how to run. (Anon, 19th century)

I was watching a harvestman walking up my wall. He had eight legs, easier to manage than the 70+ of the centipede, but still somewhat complicated, from my two-legged perspective.

Harvestmen belong to the order of Opiliones.

But, wait! He was only walking with six legs. The second leg on each side is not used for walking, but instead operates as a sensory organ.

He was in no hurry, even with me (not moving, being careful not to breathe on him) a few inches away. With each step, he first stood still, tapping the wall with one of his second legs, like a blind person feeling her way along the sidewalk, tapping her cane. And with reason; the harvestman's eyes are primitive, only able to distinguish between light and dark. And on my wall, there were no constrasts, nothing for the eyes to capture. He was effectively blind.

So he tapped here and there, then when he was sure of his step, moved three legs together; two on one side, one, the middle one (#3) on the other. More tapping, now with the other second leg, then another step, with the opposite group of three legs. (1R, 3L, 4R: then 1L, 3R, 4L)

Harvestmen have a variety of gaits; running, bobbing, walking, stotting (leaping into the air with all , legs airborne, like a fleeing deer), depending on the situation. And they are prone to losing a leg or two (or three), so have to be able to adapt the basic pattern. But no, they don't end up "exhausted in a ditch".

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 Un cienpiés andaba tan feliz

Hasta que la rama, en broma, le preguntó

"Dime, ¿En qué orden mueves las patas?"

Esto le hizo dudar de tal manera

Que cayó agotado en la zanja

Sin saber como caminar.

(Poema anónima, traducida del inglés, siglo 19)

Observaba un Opilión (segador) que subía por mi pared interior. Tenía ocho patas, más fácil de operar que las 70 o más de los cienpiés, pero desde mi punto de vista como bípeda, algo complicado de todas maneras.

Foto: un opilión.

Pero no tanto; caminaba con solo 6 patas. La segunda pata de ambos lados no se usa para caminar; sirve de órgano sensorial.

No tenía prisa el animal, aunque yo estaba muy cerca, manteniéndome sin mover, sin respirar en su dirección. Con cada paso, primero se detenía, palpando la pared enfrente con una segunda pata, como si fuera una persona ciega que examina el camino con su bastón blanco. Y con razón; los ojos del opilión son primitivos y solamente distinguen entre luz y oscuridad. Y en mi pared, todo era luz. El opilión, en efecto, andaba a ciegas.

Así que palpaba la pared hasta estar seguro de su configuración, y entonces adelantaba tres patas a la vez; dos de un lado, el primero y el cuarto, y la tercera pata del otro lado. Palpaba de nuevo, ahora con la segunda pata del lado opuesto, y luego daba otro paso, ahora con las patas opuestas. (La secuencia entonces sería: 1ªDerecha, 3ªIzquierda, 4ªD, luego 1ªI, 3ªD, 4ªI.)

Los opiliones usan una variedad de modos de andar: corriendo, caminando, levantando y bajando el cuerpo, o el salto de rebote (en que las 6 patas se lanzan al aire simultáneamente, como lo hace un venado con sus 4 patas). Y como frecuentemente pierden una o más patas (y no las vuelven a crecer) tienen que adaptarse con facilidad. Y por cierto, no terminan "agotados en la zanja".




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